martes, 25 de mayo de 2010

Sabana de mis recuerdos

Sabana Grande, en su génesis calle “Real”, hoy bulevar… El almirante Brión te admira con el amanecer, mientras la torre del reloj lo hace desde el atardecer, cada uno en un extremo, nunca ha cambiado desde que tengo razón.

Por tu caudal corren turbulentos ríos de gente en toda dirección, negocio para los ricos, hogar para los pobres… Indigestada por los buhoneros, rescatada por los vecinos, abusada por los anarquistas, decorada por los grafiteros, penetrada por el metro, aplastada por el sol.

Calle donde se escuchan poesías, melodías de guitarras, quenas, flautas y estruendo de pistolas, llantos de niños y vendedores charleros.

Tus chicas están donde mismo las dejaste hace más de medio siglo, el Gran Café todavía está, soportando envestidas que lo mueven de aquí para allá, escoltado por tableros de ajedrez que no terminan de jugar.

El callejón vuelve a brillar, antes era de la teja rodada, ahora de la puñalada lo oirán, los italianos y españoles se fueron sin voltear a tras, pero los árabes, peruanos y colombianos se quedaron sin protestar

Camino por tus aceras mientras están, pues ahora dizque no tienen sentido y te las van a quitar… respiro profundo y logro recordar los perros calientes, las cotufas y golosinas que papá me solía comprar.

Payasos, malabaristas, vendedores de cosas útiles que nos sirven para nada y hasta el caricaturista nunca te abandonarán, siempre están allí, rodeados de curiosos, hipnotizados por el charlatán, alegres con alguna tontería, un sobrero de globo, sin dinero y sonrientes a sus casas regresarán.
Estrecha sabana de ilusiones, de perdiciones, de alegrías y desencantos, tu empedrado ha soportado silente el paso del tiempo, te he visto crecer y tú a mí, has visto a mis hijos y yo los tuyos, tu mis canas y yo tus grietas.

Sabana Grande, donde el tiempo pasa rápido en tren o despacio a pie, donde estudié y me enamoré, cómo no escribirte si eres el patio que nunca tuve en esta alocada urbe.

Fernando R. Álvarez R.